Era 1970 y el Niño Jesús me trajo mi primera (y última) Barbie. 

No me gustó. Muy pequeña, muy flaquita, muy insignificante para lo que yo quería. Yo deseaba una muñeca que fuera abrazable. Por eso luego apareció Belinda, una que permanecía parada, alcanzaba los 50 centímetros y veía imponente.

El chico más pop de South Beach

El chico más pop de South Beach

El Mac’s Club Deuce es el bar más antiguo de Miami, lugar favorito de Anthony Bourdain e inspiración para la novela Crime de Irvine Welsh

«Papá Cuatro» y sus cinco maravillas

«Papá Cuatro» y sus cinco maravillas

“Papá Cuatro” celebra la vida, los amigos, los encuentros y no las despedidas; la música se desarrolla en un escenario que evoca un estudio de grabación, con toques tanto vintage como futuristas.

Espejos de Luna

Espejos de Luna

Todo proceso migratorio implica el encuentro entre dimensiones culturales que suelen ser distintas. Reflexiona Miguel Ángel Latouche

Al recordar esto me doy cuenta de que nunca me ha gustado seguir la marea, eso que todas desean tener, que representa el status quo, la moda o lo in. Por eso me sonrío con todas las mujeres de mi generación que siguen la tendencia actual usando el marco de Barbie y haciendo reseñas orgullosísimas de sus colecciones. 

Esto me lleva a recuerdos interesantes: cuando a lo largo de la vida al salir el tema de juegos infantiles entre amigas y compañeras yo decía que no tuve Barbies, todas hacían un silencio incómodo y me veían con lástima. Se preguntaban que cómo era posible que mi madre nunca me hubiera comprado una. Pobre e infeliz, así se imaginaban mi vida de niña. La posibilidad de que no me gustara, que no fuera la clienta para ese producto exitoso era impensable. 

Nunca me conecté con eso de una muñeca que representaba la mujer que podría llegar a ser. Cabe destacar que tampoco jugaba a ser la mamá con mis muñecas. Las tenía siempre sentaditas en círculo como si fueran mi grupo de amigas, a las que les contaba ideas. Yo en esencia lo que quería era una hermana para que jugara conmigo, es decir, ansiaba una compañía no un modelo a seguir. En definitiva, nunca me gustó la Barbie y su pretendido mensaje de empoderamiento y aspiración.

Hoy veo en las mujeres que conozco esa (casi) obligación en ser réplicas, clones; ser como S o como B; en verse similar a fulanita de tal; imitar el corte de cabello de G; llevar las uñas como A; en aparentar lo que no se es. Qué empeño en querer ser parte de la farándula; de la producción en serie, de la imposición del mercadeo. ¡Ay diferenciación amada! Con lo bonito que es ser única, irrepetible y original, pero de verdad.  

Así, pues, en un mundo de alisadas-teñidas-azabache, ser distinta. En un mundo de talla S obligada y sin respirar, ubicarse como una flamante M o L o lo que se haya decidido ingerir y ser en esencia. 

Por fortuna los tiempos que se imponen son temerarios y ya Mattel con su “Barbie You Can Be Anything” tendrá que sacar la Barbie robusta; la que tiene tatuajes y piercings; con vitíligo; sin cabello y sin pechos… y así, representación de las mujeres que existen y quieren ser como son.

Tal vez te interese ver:

Artículos recientes

Escritora y cronista.

Columnista en The Wynwood Times:
Vicisitudes de una madre millennial / Manifiesto de una Gen X

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad